Miriam Rodríguez & Olga Cameselle

El cuerpo ocupa activamente un espacio y lo llena de un lenguaje gestual con sus movimientos. Todas nosotros habitamos un espacio, dentro de él creamos una existencia, una memoria. A través del movimiento podemos expresar significados. El código social occidental (desde cualquier creencia religiosa y mercantilista) inculca a la mujer una serie de actitudes/movimientos, como ya había estudiado la fotógrafa feminista Marianne Wex con su libro “ Let’ s take back our space” dejando clara la dicotomía de género en el lenguaje corporal. El cuerpo socializado, cuerpo ideado como propiedad sobre lo que se legisla, se posee o se intenta copiar, El CUERPO BAJO UN PATRÓN.

SOMOS MUJERES COMO Las QUE FUERON ANTES 
El cuerpo habla. ¿La forma de cómo nos movemos la da nuestra habilidad de acción?
El empleo de la danza entendida como canal que permite salir de un esquema personal para llevarlo a un acto público. ¿La descontextualización cotidiana nos puede llevar a una “naturalización” o “desnaturalización” de determinados movimientos? 
Nos movimos agitándonos en el puro cambio, así en cada ciclo un cuerpo sutilmente nuevo se manifiesta, en él y con él aprendemos la vida, recuperamos el que las que vinieron antes nos legaron. Reconocemos alumbramos las sombras que nos fueron imponiendo desde hace tiempo.

Queremos repensar el paso del tiempo expresado en el cuerpo. La experiencia femenina del movimiento cotidiano trasladado al campo de la danza generando memoria visual y compartiendo experiencias en presente. La vida cotidiana de las memorias del cuerpo cambiante, del cuerpo identidad, cuerpo tiempo, cuerpo creador.