Pálido Domingo

Retrato Pálido Domingo
© Miguel Vidal / Retrato Pálido Domingo

Pentecostés

“Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en un mismo lugar. De repente vino del cielo un estruendo como una racha impetuosa, que llenó toda la casa en la que se encontraban. Se les aparecieron unas lenguas como de fuego que se repartieron y se posaron sobre cada uno de ellos; quedaron todos llenos del Espíritu Santo y se pusieron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les concedía expresarse.”
Hechos de los Apóstoles, 2, 1-5
Lo que acontece en Pentecostés parece magia. Pero no lo es. No es un milagro. No es una revelación. No es nada importante que pasará a la Historia. En realidad no es nada sumamente relevante. Es frágil. Y es fuerte. Es un hilo de luz a través de un muro de piedra.
Pentecostés es querer ver. Es un acto de fe.
Esta es la acción sencilla que Diego hace obsesivamente desde hace unos años para reafirmar su apoyo plantar y reubicar su centro.
Esta es la rutina que Fran repite día tras día. Se pregunta que es lo que procura insistiendo en estos movimientos una y otra vez.
Belén está empeñada en mostrar al mundo una imagen de fuerza. Duda de si realmente es fuerte o piensa que lo es.
Acciones. Prácticas. Rituales. Movimientos que repetimos una y otra vez, día tras día. Casi sin cansarnos, casi sin darnos cuenta. Una liturgia pagana en la búsqueda de un instante.

Pálido Domingo

A comienzos del verano de 2016, Belén, Fran y Diego comenzaron su proyecto juntxs que bautizaron con el nombre de prácido·domingo, con el objetivo principal profundizar en el lenguaje del cuerpo a partir de la investigación en las técnicas interpretativas de entrenamiento físico ligadas al Aikido, la danza contemporánea y al teatro físico.

Este proyecto basa su actividad en dos líneas de trabajo fundamentales: la artística, por medio de la creación y distribución de espectáculos en el ámbito de la creación contemporánea, y pedagógica, impartiendo cursos destinados a la formación de creadores y creadoras vinculados a la danza, al teatro y a las artes del movimiento.

Bajo este nombre firmaron y dieron a luz su primer proyecto escénico No hay que ser una casa para tener fantasmas, estrenado en diciembre de 2017 en el teatro Ensalle de Vigo. Fue reconocido con el 1º premio Xuventude Crea 2017 y con el Premio de la Crítica en el 32º Certamen Coreográfico de Madrid 2018, y participó en festivales como CortoIndanza (Cerdeña), Corpo (a) Terra (Ourense) o Migrats en Breu (Valencia) y en espacios como Sala Inestable (Valencia), Teatro Rosalía de Castro (A Coruña) o Teatro Pradillo (Madrid).

En el año 2020, siendo conscientes y críticas con la actualidad que habitamos, y porque no somos siempre las mismas personas, encaramos esta nueva etapa rebautizadas cómo pálido·domingo. En ese mismo año estrenan su espectáculo Pentecostés y durante el 2021 dirigen Serbame Servabote, una co-producción con el Centro Dramático Galego.